ESTRATEGIA DE EDUCACIÓN AMBIENTAL
PARA LA SUSTENTABILIDAD EN MÉXICO
La sustentabilidad como marco para la educación ambiental
La sustentabilidad, más allá de si se le usa como adjetivo
del desarrollo o de las sociedades (lo que por sí mismo genera debate), puede
entenderse de muy divergentes maneras. La compleja polisemia que el término
posee ha generado una evidente confusión, la cual se incrementa con el empleo,
muchas veces indiscriminado, de otros dos adjetivos: sostenible y sostenido.
Con el riesgo de simplificar excesivamente el debate, pueden ubicarse algunos
enfoques predominantes:
El que entiende la sustentabilidad como “crecimiento
económico sostenido”, es decir, no dejar de crecer, no dejar de generar
desarrollo en el sentido convencional, pero con ajustes, especialmente de
carácter económico y tecnoló- gico. Este enfoque tiene como principal problema
que lleva implícita una contradicción irresoluble: que el desarrollo crezca
infinitamente en un medio finito. En su posición más convencional la gestión de
los recursos parte del principio de salvaguardar reductos naturales. El nivel
de vida es un referente importante en esta tendencia.
El que asume que los límites mostrados por la naturaleza en
las últimas décadas obligan a poner en duda la viabilidad del crecimiento
económico indefinido y, por lo tanto, exigen repensar de manera integral las
formas de aprovechamiento de los recursos naturales. Desde este enfoque, más
ligado al término sostenible (Sosa, 2001) hay una preocupación explícita por
las generaciones futuras y el cuidado a la capacidad de carga de los
ecosistemas. Basado en tecnología correctora y en la internalización de los
costos ambientales a la economía, plantea un redimensionamiento de la
administración de los recursos naturales. Acentúa la relación
ambientedemografía. La calidad de vida es un referente importante.
Independientemente de las diferencias en la forma de
entender lo que es la sustentabilidad, los educadores ambientales deben
considerar las dimensiones siguientes (además de otras que serán abordadas en
un apartado posterior): a) ecológica, se relaciona con la preocupación por los
ecosistemas y la garantía de mantener en el largo plazo la base material en la
que se sustentan las sociedades humanas; b) económica, que implica asegurar
tanto las oportunidades laborales, en un contexto de equidad, para los miembros
de una sociedad, como el flujo de bienes y servicios que satisfagan las
necesidades definidas por ésta; c) política, que se refiere, en términos de
Guimaraes (1994), en el plano micro, a la democratización de la sociedad, y en
el plano macro, a la democratización del Estado, y a la necesidad de construir
ciudadanía y buscar garantizar la incorporación plena de las personas a los
procesos de desarrollo
ACTUALES
TENDENCIAS DE CAMBIO EN LA EDUCACIÓN AMBIENTAL PARA LA SUSTENTABILIDAD
Hay consenso entre los actores sociales involucrados en el
campo de la educación ambiental para la sustentabilidad de que ésta no posee
aún un cuerpo teó- rico consolidado. Esta debilidad puede explicarse por varios
factores: a) la corta trayectoria de esta tendencia educativa, que apenas tiene
alrededor de 30 años; b) la muy reciente identidad y despunte de la
investigación en educación ambiental; c) la predominancia de esfuerzos
prácticos, no sólo extracurriculares, sino en muchos casos anti-intelectuales;
d) la preponderante presencia en el surgimiento y desarrollo del campo de
profesionales de las ciencias naturales que, a pesar de sus muchos aportes
brindados, no tenían como prioridad el fortalecimiento teórico-filósofico y
pedagógico de la educación ambiental; y e) la confluencia de varias disciplinas
para la construcción del campo, que genera una tendencia hacia paradigmas
complejos, cuyo establecimiento tampoco tiene la suficiente madurez, dada su
escasa tradición teórica y epistemológica.
El término: educación ambiental para la sustentabilidad
La educación, como fundamento de la sustentabilidad, se
reafirmó en la Cumbre de Johannesburgo mediante un compromiso plasmado en el
Capítulo 36 de la Agenda 21 de la Cumbre de Río, realizada en 1992. Tal
reafirmación se plasmó al reconocerse que para acceder a un nuevo paradigma, la
educación desempe- ña un papel importante para reorientar nuestras pautas de
acción y contribuir Archivo Globe a la transformación progresiva de las formas
de utilización de los recursos y de las interrelaciones personales desde
criterios de sustentabilidad ecológica y equidad social. Consciente de la
importancia del desarrollo sustentable para el futuro de la humanidad, en
diciembre de 2002, mediante la resolución 57/254, la Asamblea General de las
Naciones Unidas adoptó el Decenio de las Naciones Unidas para la Educación con
miras al Desarrollo Sostenible (2005-2014) y designó a la UNESCO para
promoverlo. El propósito de esta iniciativa es impulsar la educación como base
para una sociedad más equitativa e integrar el enfoque de la sustentabilidad a
los diferentes niveles que conforman los sistemas educativos.
Dimensiones y planos a profundizar en la educación ambiental para la
sustentabilidad
De manera reiterada, la literatura sobre educación ambiental
ha venido planteando que el añadido de temas ecológicos en los currícula de la
educación formal, no formal e informal es una de las maneras de empobrecer la
perspectiva de esta tendencia educativa. En este sentido, se ha señalado que la
educación ambiental para la sustentabilidad interviene en distintas dimensiones
y planos que se vinculan con lo específicamente educativo. Enseguida se
presenta un breve recuento de tales dimensiones y planos, los cuales deben ser
considerados en los objetivos, y reflejarse en sus resultados, de la EAS.
1) Dimensión política La educación ambiental para la
sustentabilidad debe canalizar esfuerzos en la construcción de sujetos críticos
que asuman posturas claras y en colectividad, y amplíen los espacios de gestión
social y garanticen, desde sus propias prácticas, las condiciones de diálogo,
de respeto y de participación como derechos que son indispensables para la
sustentabilidad
2) Dimensión ecológica Cualquier concepto de sustentabilidad
que no gire alrededor del principio que enfatiza la dependencia de las
sociedades humanas hacia los ecosistemas, no tiene sentido. Esto puede sonar a
verdad de Perogrullo, pero cabe recordar que existen posiciones, ya
mencionadas, que entienden la sustentabilidad como la estrategia para
garantizar el crecimiento económico, lo que lleva, bajo tales posturas, a
rechazar mecanismos de control, que no sean los del propio mercado, sobre el
empleo y administración de los ecosistemas; es decir, paradójicamente existen
propuestas para una sustentabilidad no ecológica.
3) Dimensión epistemológica y científica. Redclift (1997),
como muchos otros, se pregunta: “¿está capacitada la ciencia ante la tarea que
enfrentamos –equipar a las sociedades humanas para manejar el medio ambiente de
manera sustentable?” y este mismo autor reconoce que la autoridad social de la
ciencia y la tecnología está siendo, en este sentido y en otros, enjuiciada,
especialmente en los países del Norte. Hoy se pone en duda que la labor
cognoscitiva, y la práctica que de ella se deriva, esté contribuyendo a
acercarse al mundo o a las realidades regionales, de la manera realmente
esperada por la gran mayoría de la humanidad. Como plantea Prigogine (1989) la
ciencia pasó en 150 años de ser “una fuente de inspiración a ser una amenaza de
destrucción de conocimientos, de las tradiciones, de las esperanzas más
enraizadas en la memoria cultural: no es tal o cual consecuencia tecnológica o
resultado científico, sino el mismo [espíritu científico] el que se ve
acusado.”
4) Dimensión pedagógica Se refiere a la planeación y diseño
de situaciones de aprendizaje, la relación comunicativa entre los actores del
mismo (aspecto al que se le dedicará un apartado completo por la relevancia que
tiene y la escasa atención que se le ha dado) y de sus instrumentos didácticos
(como materiales y medios de difusión) para facilitar la comprensión de la
realidad y su transformación en el plano personal y comunitario. La teoría de
aprendizaje que subyace a este diseño pedagógico parte de privilegiar al
diálogo y de entender que el conocimiento es una producción colectiva derivada
de un proceso de aprendizaje a través de la cual los sujetos que comparten una
misma realidad, al analizarla, se convocan a transformarla.
5) Dimensión ética Un proyecto de transformación ambiental,
desde el punto de vista educativo, además de replantear el proceso de
generación o construcción de conocimiento, debe analizar la orientación valoral
y política que están detrás de tal conocimiento. Aprender a aprender la
complejidad ambiental debe pasar, en el caso de la educación ambiental y de la
producción de conocimiento, por la integralidad de la persona y por el
reconocimiento de diversas formas de conocer, comprender y transformar la
realidad (Idem).
6) Dimensión económica Detrás del concepto de desarrollo,
entendido de manera predominante, de acuerdo con lo planteado en un apartado
anterior, como un cambio evolutivo, lineal y mecánico de las sociedades, existe
un pensamiento económico que cree en la posibilidad del crecimiento infinito de
la producción y el consumo, y cuya perspectiva determinista se ha resistido a
la modificación de sus principios. Las ciencias naturales y las sociales han
sido sistemáticamente interpeladas por la crisis ecológica, lo que las ha
obligado, a pesar de las resistencias, a ir consolidando en sus cuerpos
analíticos una perspectiva más integral que vincule la naturaleza y la cultura.
Sin embargo, existe cierto consenso en que la disciplina científica con menor
disposición a este cambio es la economía, aferrada a mantener como un principio
central la búsqueda del máximo beneficio monetario y a ignorar, o menospreciar,
la función vital que tiene el factor ambiental en el desarrollo, no sólo de la
actividad económica, sino de la existencia humana misma.
7) Dimensión cultural La cultura es una estrategia
adaptativa. Es una plataforma que tiene múltiples instrumentos de adaptación y
transformación del medio. Ello significa que la especie humana no se adapta, o
transforma el medio, exclusivamente a través de la técnica, sino también por
medio de instrumentos sociales y simbólicos. La sociedad no es sólo una
manifestación de fraternidad y convivencia, o de odios y guerras, ni los
símbolos una simple forma de fantasear. Representan también formas adaptativas
(Ángel, 1996). Materia necesaria de atención de la educación ambiental para
hacer visibles las profundas relaciones entre la cultura y sus producciones con
el territorio donde habita y de sus posibles riesgos para la sobrevivencia
provenientes de las creaciones culturales desadaptativas.
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